Salazar y Mendoza en 1618, ya dan noticia de la tradicional costumbre de acudir los viernes a la ermita del Cristo de la Vega, especialmente los que transcurren entre las Pascuas de Resurrección y Pentecostés, en lo que se denominan lo REVIERNES, para conmemorar las 7 palabras de Cristo en la cruz que se corresponde a cada uno de los viernes referidos.
El culto se iniciaba a las 6 y media de la mañana y se prolongaba hasta las 10 y media. A las 8 se celebraba la misa cantada y el septenario y a las 6 y media de la tarde comenzaba la solemnidad del Reviernes cantando motetes y el miserere.
Los alrededores de la Basílica de Santa Leocadia y entre la puerta del Cambrón y la carretera de Avila se inundaban con puestos de juguetes, churrerías, confituras y diversión.